Planes con peques de 9 años. Castillo de Manzanares el Real (Madrid)

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Castillo de los Mendoza, de Diego Huerta de Mendoza, s. XV.
Manzanares el Real (Madrid).
Entradas: Adultos 5 euros. De 3 a 14 años, 3 euros. 
Horario: martes a viernes de 10:00 a 17:30; S, D y festivos de 10:00 a 18:00 horas.
Lugares de interés: Jardines renacentistas del castillo, gratuitos. Rutas cercanas en el Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. Embalse de Santillana.

Acceso al recinto en la parte posterior

El castillo de Manzanares o de los Mendoza (linaje originario del territorio alavés que ligó su destino al de los reyes Trastámara) es sin duda una de las joyas imprescindibles que hay que ver en Madrid, y uno de los castillos medievales mejor conservados y más completos  de los que tuvo el Reino de Castilla. Se alza entre las aguas del embalse de Santillana y las alturas rocosas de La Pedriza. Se levantó sobre los restos de una ermita románico-mudejar, de la cual aún se pueden observar restos al este del castillo.


La construcción la inició el I Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza en el siglo XV y la finalizó su hijo, Íñigo López de Mendoza que incorporó al arquitecto Juan Guas, uno de los máximos representantes del gótico tardío en Castilla y arquitecto de los Reyes Católicos. La idea inicial de fortificación defensiva se transformó en el palacio residencial de la familia Mendoza. Tiene planta cuadrangular, con un torreón en cada esquina. Tres de ellos son circulares, pero la torre más importante, la Torre del Homenaje, tiene forma octogonal. 

Acceso y murallas

Nada más llegar a la zona del castillo, verás una zona para aparcar. Una vez pasas por taquillas (justo enfrente del aparcamiento) puedes dar una vuelta alrededor del castillo para disfrutar de las vistas y hacer fotos de toda la muralla exterior y el fabuloso paisaje. Encontrarás dos puertas: la principal está en el  oeste, pero está inutilizada, realizándose el acceso desde la parte posterior. Una vez accedas puedes ir paseando por todo el perímetro entre las muralla exterior y la interior, haciendo el paseo de ronda hasta la entrada que lleva al zaguan.


Paseo de ronda (entre murallas)


Planta semisótano  y planta baja: Centro de interpretación, Patio de Armas y Zaguán.

Nada más entrar, se sitúa el centro de interpretación. Empieza al acceder a la planta semisótano (con paneles informativos, cerámicas y armaduras) y llega hasta la planta baja. 

Centro de interpretación


En la planta baja, una vez sales del centro de interpretación y la sala de audiovisuales, tienes el bellísimo Patio de Armas. Es un patio porticado, con dos galerías con arcos en carpanel y columnas y balaustradas del gótico tardío. presidido por el escudo de armas en piedra de la familia Mendoza y que nos introduce a las primeras estancias del edificio (vienen numeradas, para que puedas ir en orden).

Patio de Armas

El segundo zaguán se encuentra en un lateral. Es una sala que servía de acceso principal y vestíbulo de entrada, así como de primera defensa y de organización del interior. Destacan los tapices con motivos mitológicos y clásicos que hay colgados en sus paredes, y la reproducción de una antigua caja de caudales para el ingreso de rentas e impuestos. Subiendo por su majestuosa escalera de piedra, llegarás a la primera planta, donde se desarrollaba la vida cotidiana de los señores del castillo.


Primera planta: Sala Maea, Sala Santillana, Sala Infantado, Estrado de Damas.

La Sala Maea servía para el servicio de la familia Mendoza. Es una larga sala con chimenea, que hoy alberga una colección de obras del pintor José Maea (1760-1826) y un estupendo retrato anónimo de Fernando VII.


La Sala Santillana es una habitación alargada que servía como centro de reuniones, despacho de negocios y sala de festejos. Hay una obra que decora la sala, una copia del retrato del Marqués de Santillana del Museo del Prado (obra de Jorge Inglés) y es por ello que recibe su nombre. También puede verse el gran cuadro del siglo XVII, Procesión de la Virgen de la Candelaria, en el que aparece representado el desaparecido Hospital de la Virgen de Atocha de Madrid.

Sala Santillana

La Sala del Infantado era el salón principal donde se recibía a las visitas, donde se podían celebrar también banquetes y festejos musicales. En los meses de más frío, se cubrían las paredes con tapices y se utilizaba la chimenea como calefacción, donde preside de nuevo el escudo de la familia

Sala del Infantado

El Estrado de Damas era el lugar apartado, para uso exclusivo de las mujeres de la familia en sus momentos de ocio. Se ha realizado una recreación de lo que eran estas salas de reuniones femeninas (que duraron hasta el siglo XVIII) ambientada con la estética andalusí. Una tarima de madera o corcho tallada se llenaba de esteras, almohadones, cojines y alfombras, para sentarse a lo morisco y así se recibía a invitadas o invitados muy cercanos a la familia, y se degustaban meriendas mientras se leía, se jugaba o se cosía y bordaba. Las paredes estarían cubiertas de textiles en verano y primavera, y densos tapices durante el otoño e invierno. Es de destacar la original ventana de la época.

Estrado de Damas


Segunda planta: Alcoba y Oratorio

Una escalera de madera nos lleva hasta los aposentos más íntimos de la familia. El dormitorio o alcoba con su cama con dosel y vestidor, así como el oratorio, lugar de culto y oración a Dios, donde se encuentra el reclinatorio.

Alcoba y Oratorio


Tercera planta: Galería de Juan Guas, torres y adarve. Restos de la antigua capilla.

Subimos a lo más alto del castillo para contemplar la magnífica galería mirador parece ser que realizada por el arquitecto, cantero y escultor Juan Guas (1430-1496). Es un ejemplo maravilloso del gótico flamígero. Recorriendo el adarve almenado podemos observar y acceder a las torres ubicadas en los ángulos del edificio y la bella torre ochavada o del Homenaje. Desde el adarve también podremos contemplar los restos de una capilla privada y salones que no llegaron a terminarse. 

Galería de Juan Guas

Y así termina el recorrido por el castillo. La bajada, como en la mayoría de los castillos, se realiza por una estrecha escalera de caracol (bastante claustrofóbica) que lleva hasta el Patio de Armas. Para acabar, no dejes de acercarte a los jardines renancentistas con plantaciones propias del finales del siglo XV: frutales, hierbas medicinales, cereales, hortalizas, etc.

Es una visita amena, interesante, que no dejará indiferente a los peques. Y también es muy recomendable apuntarse a los talleres o a las visitas teatralizadas (más info y reservas en la web) ya que es una formidable manera de que la visita se vuelva divertida y sorprendente a más no poder (los actores vestidos de época te mostrarán el castillo mientras cuentan quienes son, haciendo partícipes a los más pequeños). Estamos deseando volver.

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