La bahía de Arcachon y Burdeos (Francia) en una semana
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Decidimos conocer este verano una zona preciosa francesa situada en las landas de Gascuña, la Bahía de Arcachon. Bosques que lindan con dunas de arena suave y dorada que dan al océano, faros, pequeños pueblos ostreros con paisajes pintorescos, reservas naturales para disfrutar de paseos en bici (hay muchísimas rutas y mucho ciclista de todas las edades), rutas de canoa o senderismo para perderse y descubrir su impresionante naturaleza.
La Bahía de Arcachon, a tan solo unos 50 kilómetros de Burdeos, está compuesta por doce preciosos pueblos costeros, así que puedes elegir el que más te guste para alojarte. Moverte entre ellos es sencillo: de un punto al más alejado tienes solo unos 50 kilómetros de distancia. Nosotros usamos un coche de alquiler pero además tienes también la posibilidad de moverte entre algunos de ellos en todo tipo de embarcaciones (vela, catamaranes, lanzaderas, barco taxis, pinazas, barcas...), por las rutas ciclistas o en autobús.
Primer día: del aeropuerto de Burdeos hacia Arés.
Llegamos al aeropuerto de Burdeos, recogimos nuestro coche de alquiler, y en media hora estábamos ya en Arés, el pueblito costero dónde nos íbamos a alojar. Todo son casas de madera cercanas a la playa. Nos sorprendió la tranquilidad de toda la zona, ya que el turismo es local, normalmente franceses del mismo Burdeos que tienen su casita de playa para pasar el verano en la bahía. Si viajas con peques, es una opción estupenda para alojarse.
Segundo día: Le Canon y Lège Cap Ferret.
Descubrimos que toda la bahía y sus pueblos se dedican al cultivo de ostras desde 1859, que fue cuando se crearon los primeros Criaderos Imperiales bajo el auspicio de Napoleón III. Si te gustan las ostras, es tu sitio. En estos pueblos encontrarás muchas casetas marineras con terrazas en plena bahía para tomarte un vinito y un plato de ostras recién cogidas. Pasear por sus pequeñas calles peatonales es de lo más pintoresco. Entre ellos destacan Le Canon, L`Herbe o Grand Piquey. Le Canon es uno de esos pueblitos que no te puedes perder. Nos relajamos junto al mar, mientras que la peque jugaba tranquilamente en el agua de la bahía (no hay ningún peligro ya que hace falta adentrase muchas decenas de metros para que cubra. De hecho, con marea baja apenas cubre a un adulto. Con marea alta la zona central llega a tener una profundidad de seis metros, por ello los viajes en barco son con marea alta).
Tercer día: Duna de Pylat en La Teste de Buch. Un baño en el océano Atlántico.
Desde luego, el plan imprescindible es ir a conocer la Duna de Pylat. Un enclave natural único, que te dejará sin palabras. Es una duna de arena natural que lleva formándose durante los últimos 4000 años. No es una sola: dependiendo de los vientos, la erosión marina y el avance del litoral, nuevas dunas van cubriendo las antiguas. Son 3 kilómetros de longitud y 110 metros de altura, que poco a poco se van comiendo terreno al bosque de las Landas.
Puedes ir en coche, ya que cuenta con aparcamiento en la zona boscosa que rodea la duna (4 horas son 7 euros; 8 horas son 9 euros) y desde el parking son solo 6 minutos caminando hasta la misma duna. Por el camino tienes aseos, máquinas de snacks y agua, restaurantes e incluso tiendas de recuerdos.
Para subir a la zona principal de la duna tienes dos opciones: por las escaleras de madera que tienen habilitada, o directamente por la arena. Ni te cuento lo bien que se lo pasó la peque haciendo la croqueta. En la cima tienes a un lado el océano Atlántico y a otro el bosque. Si te encuentras con ánimos, es el momento de bajar hasta la playa para darte un chapuzón en las frías aguas del océano. Cuando tengas que hacer el camino de vuelta, tómatelo con calma. Subir desde la playa a lo alto de la cima cuesta un esfuerzo.
Cuarto día: Andernos les Bais, la Île aux Oiseaux y las Cabanes Tchanquees en barco.
El cuarto día nos acercamos a Andernos (a diez minutos en coche desde Arés, donde nos alojábamos). Andernos es un pueblo más turístico, con mucho encanto, y con paseos que llevan a la playa llenos de restaurantes, heladerías, cafés, tiendas de moda, anticuarios, etc. También desde su puerto tienes la opción de conocer la bahía en todo tipo de barcos. Nosotros decidimos apuntarnos con Passe Marée, ya que tiene excursiones muy variadas y a buen precio. Para que te hagas una idea, de Andernos les Bains a Ile aux Oiseaux y las Cabanes Tchanquees, una hora de excursión, pagamos dos adultos y una peque unos 35 euros en total (descuento incluido por ir con menores de hasta 12 años) siendo temporada alta y Francia, donde todo siempre es más caro.
Las Cabanes Tchanquees son un par de cabañas ostreras sobre pilotes que se encuentran en la Ile aux Oiseaux. Debes saber que con la marea alta se puede llegar a ellas en barco, y con marea baja se puede recorrer la zona andando, descalzo entre el lodo y así es como cuidan sus ostras. De hecho, en 1860 se construyeron estas cabañas exclusivamente para vigilar los cultivos ostrícolas y evitar el pillaje. El paisaje no puede ser más idílico.
Quinto día: Lege cap Ferret y Grand Crohot, relax y playas salvajes.
La playa salvaje de Lege cap Ferret es casi infinita. Arena dorada y fina, algunos surfistas en el océano y absoluta tranquilidad. El aparcamiento gratuito está junto al acceso principal a la playa (cuenta también con aseos) a solo diez minutos de la playa, caminando entre dunas agrestes. Llévate el picnic, la crema solar, sombreros y prepárate para disfrutar de un paraje que te quitará el sentido. El agua está fría pero jugando en la orilla terminas mojado y metiéndote sin problemas. Si necesitas algo, hay algún chiringuito aunque tendrás que darte un buen paseo para llegar hasta él. Puro relax.
Sexto día: Burdeos
Burdeos, a solo media hora en coche de la costa, era parada obligada. Fue aquí donde murió Goya, y encontrarás mucho cariño hacia este gran pintor. Esculturas, placas en las calles donde residió unos años antes de su muerte, un homenaje en el cementerio de la ciudad (sus restos se llevaron a Madrid, a la iglesia de San Antonio de la Florida), e incluso imágenes en la fachada del Museo de Bellas Artes. Puedes encontrar a Goya por toda la ciudad. Si te apetece, siempre es aconsejable apuntarte a un free tour para conocer todos los puntos interesantes de forma práctica y que de otra forma te pueden pasar desapercibidos.
Es una ciudad pequeña y amable, tranquila, donde puedes encontrar sitios estupendos para comer, para comprar y traerte algún recuerdo, para visitar y descubrir. Urbanísticamente es una delicia, con esos edificios tan característicos franceses de piedra y grandes tejados de pizarra, con plazas amplias y peatonales para descansar y muchas bicis. No puedes perderte la famosa Place de la Bourse o Miroir d´Eau (plaza del espejo de agua), una amplia zona habilitada con pequeños chorros que sueltan vapor de agua y que es un imprescindible para que los peques se diviertan mojándose si hace calor. La lámina de agua que se crea refleja los edificios de la plaza, generando un efecto espejo espectacular.
No puedes dejar de visitar también la Catedral de San Andrés. Está ubicada en una amplia y tranquila plaza donde en un lateral de la misma puedes encontrar pequeños puestos de venta de artesanía y gastronomía local.
Séptimo día: Burdeos y aeropuerto Mérignac.
El último día lo dedicamos a disfrutar recorriendo las calles tranquilas de piedra de Burdeos y comprando algunos recuerdos. En el centro de la ciudad tienes la librería más antigua, grande y famosa, Librairie Mollat. Secciones en todos los idiomas (incluso tienen libros infantiles en español), mangas, cómic, arte, historia, libros maravillosos de pop up, libros de música, puzzles, diarios artísticos... ¡te dejará sin palabras!
Pero perderse por las calles de Burdeos para descubrir rincones llenos de encanto, es indispensable. Ya por la tarde, nos fuimos al aeropuerto, para coger nuestro vuelo de vuelta a casa, todavía con el recuerdo a flor de piel de unas vacaciones estupendas.
Very useful post.
ResponderEliminarThank you!
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